jueves, 23 de diciembre de 2010

Siempre nos quedará

Caminando por la calle la nieve nos sorprendió, y como si de dos niños se tratara, nos pusimos a dar saltos de alegría. Así es París a nuestros ojos, una ciudad que puede convertir en mágico, cualquier hecho de la vida cotidiana. Uno de los supuestos orígenes que se otorga a su nombre, es un claro ejemplo de ello.
Algo que mucha gente desconoce es que un historiador del siglo XVIII-XIX (Jacques-Antoine Dulaure) asoció el nombre de los Parisii a la diosa egipcia Isis, a causa del descubrimiento de una estatua de la diosa encontrada en la Abadía de Saint-Germain-des-Prés. Confirmó el escritor François Maspero que el culto a Isis estaba muy extendido en Francia. Por todas partes existían templos de Isis, pero sería más exacto decir de la "Casa de Isis", porque dichos templos fueron llamados en egipcio Per o Par, palabra que en egipcio antiguo significa exactamente "el recinto que rodea la casa". París sería el resultado de la yuxtaposición de Per/Par-Isis.
Más allá de la anécdota, París se puede vanagloriar de poseer como ciudad un espíritu sensual, suave, elegante y femenino que consigue desplegar ante quien la recorre, un sublime encanto en el que te sientes envuelto fácilmente.
Musa de fotógrafos, cineastas, pintores y escritores de todo tipo, al visitarla es de obligado cumplimiento dejarse sorprender en cada esquina, café, librería o restaurante en el que te sientas a contemplar el devenir de la vida, como los propios parisinos acostumbran a hacer. No existe mejor forma de vivirla, ya que se trata de una ciudad que rebosa arte, cultura y buen gusto por los cuatro costados, sin eximir, ni olvidar, la porción correspondiente de tontería en la que se cae, en algunas ocasiones.
Lejos de los tópicos, que al menos en España y Argentina se nos cuenta de los franceses, y por lo general, la gente que habita París es amable, educada y te hará sentir a gusto en su ciudad. Cosa muy distinta es si se piensa vivir en ella, ya que como toda gran ciudad, te hará impersonal a ojos de quienes la habitan. Uno más que no está en sus vidas y en las que posiblemente, te costará mucho entrar. Hablamos por experiencia ajena de gente conocida que vivió en París y decidió abandonar antes de ser devorado en el intento de hacerse con ella. Aunque como dice el dicho “para gusto los colores” y el que predomina en París es el gris de la neblina que la recubre durante los meses de invierno, que odiaríamos en cualquier otra circunstancia y en cualquier otra ciudad quienes adoramos el sol pero que a París, le sienta tan bien.

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